Malas relaciones personales

Por Gabriela Gardelin


Las relaciones con otras personas son el regalo más maravilloso que tenemos, y más aún aquellas relaciones “difíciles” donde sufrimos por no poder disfrutar de una relación amorosa y armoniosa como en realidad deseamos.

Digo que es un regalo porque toda relación, conflictiva o no, nos permite expandirnos, crecer.

Las relaciones difíciles y más aún aquellas que son entre padres e hijos son las más enriquecedoras para nuestras vidas.

Quizás te parezca extraño lo que te cuento sobre las relaciones personales, así que permíteme explicarte. Los problemas en las relaciones suelen ser muy frecuentes, y más aún entre padres e hijos. Generalmente estos problemas en las relaciones son vividos desde una perspectiva de victimización, es decir “pobrecito yo”.

Las reacciones de las personas frente a esta situación pueden ser muy variadas: algunas optan por la violencia, otras por encerrarse en ellas mismas y sufrir en silencio, otras por ignorar a la otra personas, otras por reclamar, otras por alejarse de esa persona que lo hace sufrir.

Pero en cualquiera de estas posiciones que tomamos solo nos lastimamos más a nosotros mismos.

Las relaciones personales y más aún las relaciones padre hijo son enriquecedoras si, y solo sí, las tomamos para evaluar qué deseamos realmente de la vida.

Es fácil culpar a otro. Es fácil sentirte mal. Es fácil pensar que no tienes nada que puedes hacer.

Pero esta relación te está dando mucho más de lo que tú piensas, te está dando la posibilidad de darte cuenta de tu INMENSO poder para decidir conscientemente cómo deseas sentirte.

La comunicación con los hijos, con los padres, o con cualquier otra persona nos duele y nos hace sufrir simplemente porque la otra persona no hace lo que nosotros esperamos que haga. Así de sencillo.

Ahora bien… ¿Por qué la otra persona debe hacer lo que nosotros esperamos de ella? ¿Por qué solo si esa persona hace lo que esperamos de ella nos sentimos felices? ¿Por qué no podemos ser felices independientemente de lo que haga, diga o piense la otra persona?

Es cierto que en las relaciones padres hijos, debería existir un vínculo de amor muy fuerte, pero esto no siempre es así, o muchas veces el amor si existe pero las personas no saben expresarlo.

Si tú tienes una mala relación con tu padre, con tu hijo, con tu esposo, o con cualquier otra persona, debes comenzar por reconocer que esa relación te hace sufrir porque tú le das el poder de hacerlo. Tú y solo tú manejas tus sentimientos. Tú y solo tú tienes la libertad de centrar tu atención en algo que te hace sufrir o en algo que te hace inmensamente feliz.

Debes comprender que la otra persona, sea quien sea, está brindándote lo mejor que puede en este momento, ya sea por miedo, por ignorancia, por no estar presente, por el motivo que sea, esa persona te brinda lo mejor que puede en este momento.

Además, debes reconocer que esta persona, por ley de atracción, responde a las vibraciones que tú  emites.

Mira es sencillo…

Cuando sientes que una persona por ejemplo tu padre, tu hijo, tu esposo, tu amigo no reaccionan o no te tratan como tú esperas, te sientes mal, triste, angustiado, frustrado, irritado, malhumorado, incluso hasta puedes llegar a sentir odio por esa persona.

Todos estos sentimientos son sentimientos de bajas vibraciones, los cuales solo te ayudan a sentirte cada vez peor. Incluso cuando piensas en esa persona, así haga varios días que no la ves, vuelven a ti estos sentimientos de bajas vibraciones. ¿Por qué te sientes mal si la persona ni siquiera está presente en tu vida en estos momentos? Te sientes mal porque el recuerdo que tú tienes guardado en tu mente sobre tu relación con esa persona hace que revivas los sentimientos “negativos” que tienes hacia ella.

Pero tú tienes el PODER de decidir cómo sentirte. Y puedes elegir sentirte bien.

¿Cómo lo haces?

Debes partir de reconocer que la otra persona no tiene la culpa de lo que te sucede. Así a primera vista parezca que sí, y más aún cuando es un padre que no brinda a su hijo el cariño que este requiere. Estamos condicionados por creencias a nivel social, y estas creencias nos encierran en un marco de “ que debo hacer” y “que no debo hacer”.

Pero si no existiera un condicionamiento, si no existiera algo que se espera que haga o diga otra persona, entonces… nunca nos sentiríamos mal por cómo actúa o deja de actuar la otra persona. Nuestros sentimientos reaccionan a aquello que pensamos.

¿Cuál es mi recomendación para un caso en que por ejemplo las relaciones personales se ven afectadas entre padre e hijo?

Primero, reconoce que nadie puede hacerte sentir mal.

Segundo, busca sentimientos en ti que te permitan sentirte cada día mejor. Busca cosas que esa persona haya hecho por ti. Puedes comenzar por el maravilloso regalo de haberte dado la vida. Trata de sentir la mayor gratitud posible por esta persona.

Tercero, no esperes nada de la otra persona.

Tú solo puedes cambiarte a ti mismo. Tú no puedes cambiar a la otra persona.

Pero….

Cuando cambies tú, cuando cambies tu enfoque, cuando comiences a estar agradecido por todo lo que esta relación te aporta, por poquito que sea, tu comenzarás a cambiar en tu interior, y este cambio en ti hace que las vibraciones que emites atraigan por Ley de Atracción, eventos diferentes en tu vida.  Verás que la relación con la otra persona comienza a cambiar.

En conclusión….

Busca tu felicidad, siempre y a cada momento, independientemente de lo que hagan, digan o piensen los demás. Vive tu vida con amor y gratitud. Y verás grandes y maravillosos cambios en tu vida. El primero de ellos será que te sentirás cada día más y más feliz.

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